
Realizando locuciones en la otrora instalación ferroviaria, pruebo mi simulador Instagram en Lorenzo. Este acaba de llegar de Nueva York básicamente para gritar de terror y respirar agitadamente en Ocaso; la película de guerrilla que ya comienza a conformar su minutaje.
El Instagram traduce la frialdad y precisión digital en texturas analógicas, pero no capta las respiraciones agitadas de urbanitas con perilla.